Sin inicio
- ©2020 | Héctor Vásquez
- 17 ene 2016
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 15 mar 2020
Y empiezo a escribir sin tener un inicio
y tampoco tengo esperanza que haya un final,
solo tomo mis manos y un lapicero y espero
si una musa se apiada de mí.
A veces presiento el suave aliento de su voz
que se asoma por mi insípida ventana
y me habla al oído como el desplazo del viento
tan puro, tan claro, tan sublime…, tan necesario.
… Y no puede faltarme esa bella luz,
que irradia mi memoria lejana, confusa;
esa belleza encantadora que atrapó
las miradas de aquellos poetas eternos.
… Y no debe estar cerrada mi ventana
en aquellas noches desoladas y escasas
para ver sus ojos radiantes que inspiraron
a los clásicos pintores y músicos de ayer.
Que sería si no existiera,
cómo podría alguien ser eterno,
cómo algo durar mucho tiempo;
que sería de la historia…
Recuerdo estar sentado junto a ella
con los latidos en las manos
y mi suspiro exclamando a gritos
palabras que hasta entonces guardé.
… Y acabo algo que aún no debo,
solo lo dejo a un lado, esperando
hasta que venga otra vez esa belleza,
esa luz y esas noches desoladas y escasas.
Héctor Vásquez
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